Informe Análisis Transaccional AT©

¿Es posible detectar las malas prácticas que propician la discriminación en las organizaciones?

Los planteamientos del Dr. Eric Berne fueron reconocidos en el campo de la dinámica de los grupos, es decir, su modelo Análisis Transaccional en el contexto organizacional explica, mediante los estados del yo ADULTO-PADRE-NIÑO, cuales son los roles que juega el ser humano para transaccionar con pares y superiores.

En Latinoamérica los estilos de liderazgo presentan prevalencia del rol Padre Crítico. Esto puede ser una ventaja cuando hay que ejercer funciones de autoridad, pero es una desventaja cuando deriva en discriminación y descalificación hacia los demás.

La discrimación es propia del rol Padre contaminado (crítico) que se manifiesta por medio de actitudes dominantes al establecer mandatos y decisiones que descalifican al sector femenino, por ejemplo. Por ello para las trabajadoras es más difícil acceder a las posiciones de jefatura y a solicitar que sus salarios y las regalías sean las mismas a aquellas asignadas a sus colegas varones.

Las transacciones laborales son más asertivas y fluidas en la medida que todo el equipo (jefatura y colaboradores) adopte el rol predominante ADULTO, de acuerdo a los fundamentos del modelo AT. 

La noción de jerarquía de los funcionarios y empleados es una limitante para que los contactos sean más efectivos entre los distintos niveles de autoridad de la empresa. Esto funciona así cuando las tradiciones dentro de la cultura del grupo son fortalecidas por los líderes de la vieja guardia.

No obstante, las nuevas generaciones de líderes se han formado en las corrientes orientadas a fomentar la transversalidad, lo cual infunde mayor dinamismo a las comunicaciones humanas y con ello favorece un clima laboral propicio para innovar, maximizar la productividad grupal y la autorrealización profesional. 

Con el AT organizacional se puede intervenir mediante un entrenamiento al individuo y su estilo de comunicación o a la organización como un sistema viviente que requiere de ser tratado como un todo, con el fin de introducirle cambios a la dinámica relacional para que evolucione de acuerdo a los nuevos tiempos. 

El cambio se torna virtuoso en la medida que a la ecuanimidad propia del rol Adulto, presente en la estructura conductual de trabajador, se complemente con el potencial cooperativo y creativo de su estado Niño, además del matiz otorgado por el estado Padre que le confiere autodisciplina y consciencia del deber.

Relaciones de los Estados del Yo para el ejercicio del liderazgo situacional. 

El Líder, al actuar como ADULTO, se dedicará especialmente a supervisar con enfoque pragmático, siendo coherente y flexible en sus decisiones ante las opiniones ajenas bien fundamentadas.

Luego, según sea la situación, actuará como PADRE CRÍTICO, es decir, con actitud controladora, juzgando el desempeño de sus subordinados y dando instrucciones y directrices adecuadas al momento. Paralelamente, se conducirá como PADRE NUTRITIVO si hace falta ser paternalista y protector, preocupándose de la formación de los subordinados y de encauzar sus frustraciones frente a tareas inconclusas o deficientes.

También se necesitará que el LIDER actúe como NIÑO LIBRE, comportándose de manera natural, expresiva, directa, entusiasta, creativa e intuitiva para generar mística de equipo y propiciar la innovación. 

El NIÑO SUMISO surge ocasionalmente para destrabar las negociaciones complejas o los conflictos activos.

A considerar solo como orientación:

El LIDER deberá potenciar su Estado de Yo como ADULTO al 40%. 

PADRE NUTRITIVO y PADRE CRÍTICO con un 20%. 

Al rol NIÑO LIBRE se le otorga un 15%. 

Al NIÑO SUMISO solo 5%. 

NIÑO REBELDE no aplica para el liderazgo

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